Elías Valiña comienza con el proceso de limpieza, recuperación, defensa y delimitación del Camino Francés
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Tal vez para muchas personas el nombre de Elías Valiña no es muy familiar, pero este personaje fue el más grande conservador e impulsor de la reactivación del Camino de Santiago en el siglo XX y el creador de las famosas flechas amarillas.
Durante la edad media, esta vía de comercio y peregrinación tan importante perdió su esplendor y a lo largo de los siglos fue disminuyendo su popularidad e importancia hasta el punto de quedar casi en el olvido. No fue hasta finales del siglo XX que la Ruta Jacobea logró ser lo que es hoy en día.
Elías Valiña
Elías Valiña Sampedro nace en Lier, un pueblo cercano a Sarria, y a los 12 años de edad ingresa en el Seminario de Lugo para comenzar sus estudios eclesiásticos.
En el año 1959 lo nombran párroco de O Cebreiro (en Lugo) y desde ese momento comienza a interesarse por el Camino de Santiago, realizando estudios acerca de esta ruta. Incluso le dedica su tesis doctoral en la Universidad de Salamanca en el año de 1965.
O Cebreiro prospera mucho desde su llegada. El párroco Elías Valiña ayuda a la reconstrucción del templo y a la culminación de la aldea completa, además logra que todos los habitantes tengan electricidad y agua corriente. Sin abandonar nunca su parroquia, comienza a darse cuenta de la importancia de este recorrido para Europa, así que empieza una campaña de promoción y exaltación del Camino, pero no tiene mucho éxito.
En el Camino
En el año 1984 comienza con el proceso de limpieza, recuperación, defensa y delimitación del Camino Francés desde Roncesvalles y es cuando pinta las famosas flechas amarillas para delimitar los tramos originales de la ruta Jacobea e indicar el camino correcto en cruces o puntos donde podía haber confusión.
En 1985 es nombrado comisario del Camino de Santiago y escribe varias guías para que los peregrinos conocieran y vivieran una experiencia única al realizar este trayecto de peregrinación.
Muere prematuramente a sus 60 años de edad en 1989 y es enterrado en la Iglesia de Santa María la Real, la cual él rescato de las ruinas en O Cebreiro.
El mayor homenaje para él, es la pasión y el cariño que tantas personas le tenemos al Camino.
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