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Entre las rutas que llevan hacia la ciudad de Santiago de Compostela se encuentra el Camino Francés. El tramo más extenso de todos conocido por su alto grado cultural. Este logra atraer tanto a peregrinos que lo atraviesan con fines religiosos, como a entusiastas amantes de la naturaleza quienes lo asumen como un reto por su alto nivel de exigencia.

¿Cuál el origen detrás del Camino Francés?

Los primeros peregrinos transitaron esta ruta en el siglo IX, en plena reconquista española. Durante esa época, gran parte del territorio español era ocupado por los musulmanes. La ruta fue conocida por ser la más segura para los fieles que provenían de Francia y de otras regiones del Norte de Europa.

A pesar de no ser la ruta más antigua como lo es el Camino Primitivo, pronto se convirtió en una de las más populares entre los peregrinos. La ruta estaba señalada por calzadas romanas durante el día, y por un inmenso mar de estrellas durante la noche, de donde deriva la palabra Compostela que significa “campo de estrellas”.

¿Por qué se le conoce como el Camino Francés?

El nombre de este camino es dado por sus entradas a Francia, a través de las localidades de París, Vezelay, Arles y Le Puy. La llegada a España se hace tradicionalmente a través de Saint Jean Pied de Port.

Existe otra ruta menos conocida a través de Arles, estando conectada con la localidad de Somport Canfranc.

Nacimiento de la peregrinación

El camino originalmente fue transitado por peregrinos y campesinos, que hacían el recorrido con los seguidores del apóstol Santiago para llevar sus restos desde medio oriente hasta lo que se conocía como Hispania.

Fue en este lugar donde el apóstol se dedicó a profesar la palabra hasta su regreso a Palestina donde fue ejecutado. El crecimiento de los feligreses fue creciendo hasta llegar a la realeza española, quienes se encargaron después de otorgarle nueva vida a esta ruta con la finalidad de restaurar la fe en la región.

Establecimiento formal del Camino Francés

No es hasta el quinto volumen del Códice Calixtino en 1135 cuando se registra formalmente, señalando los senderos, tradiciones y lugares religiosos que todo peregrino puede ver a través del recorrido.

Este libro fue hecho por Aymeric Picaud, un fraile que reflejó y describió la creencia jacobea, detallando la cultura y tradiciones del peregrino en su recorrido hasta la llegada a Galicia.

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